lunes, 14 de marzo de 2011

DIOS ENFERMO Y VALLEJO


DIOS ENFERMO Y VALLEJO

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.

Dijo, César Vallejo, en su poema Espergesia que es la unión de dos palabras: esperma y génesis. Esta frase, simplemente, deja a uno estupefacto y perplejo, no obstante invita a reflexionar sobre su nacimiento.
Dado que Dios se encontraba enfermo (del lat. infirmĭtas, -ātis) y de acuerdo a la Real Academia de la Lengua: 2. f. Pasión dañosa o alteración en lo moral o espiritual. Entonces que se puede obtener de alguien el cual padece (pasión de Jesucristo) una alteración; indudablemente, una creación inconclusa o con defectos. Sí, todos saben que Vallejo vive, pero es malo, pues es fruto de alguien enfermo. Sin embargo, afirma que hay algo, en él, oscuro y difícil de comprender.
La copiosa reincidencia de un Dios enfermo provoca cierta pregunta: ¿Es César Vallejo un no creyente en Dios? Es más si se recuerda "...Dios mío, si tú hubieras sido hombre,/hoy supieras ser Dios...". Supongo que al dar respuesta, Vallejo hace alusión a un Dios defectuoso e incompleto; no lo rechaza, pero sí lo objeta. Su presencia en su huerto germinado lo lleva a sugerir un posible universo en desavenencia, cuya simetría entre los caminos blancos y caminos negros jamás será posible.
Vallejo percibe pues la imperfección del mundo y se la atribuye a Dios; Vallejo también es el mundo y es, en tanto, imperfecto; fruto de un imperfecto.
¿Qué simboliza este Dios enfermo de Vallejo?, Pues este Dios es sin lugar a duda Vallejo, yo, tú y los demás; pero también es el Dios que creó a Vallejo, a mí, a ti y a los demás; por lo tanto, desde Parra, hay una interpretación dual, es decir, Vallejo igual a Dios creador de su obra y Dios creador de Vallejo. Por tal razón, Dios "El gran hacedor" al estar enfermo/ grave se humaniza y está en el mismo nivel que Vallejo, que yo, tú y los demás.
Y luego dice en “El pan Nuestro”:

Yo vine a darme lo que acaso estuvo
asignado para otro;
y pienso que, si no hubiera nacido,
otro pobre tomara este café!
Yo soy un mal ladrón… A donde iré!
Con este parecer acepta el papel activo del hombre en el universo. Todo está asociado en esta actividad planetaria, como si este fuera un enorme engranaje, indefectiblemente, de modo que la actitud de este ladrón alteraría el engranaje. Entonces, Vallejo considera que su sola existencia complica la existencia de otros; claro es un ladrón, como sería la existencia real de un ladrón, sino como alguien abominable. Además como diría "Hoy sufro solamente", "Me duelo ahora sin explicaciones"; porque, simplemente, está representado en un mahometano, católico, artista y, definitivamente, en un pobre. Aquel pobre, pobre; que vuelve los ojos tristes. Y este mundo con sus mahometanos, católicos, artistas y pobres no escapa de la voluntad divina.
Cuestiona a Dios, figurativamente, con el pobre barro pensativo; empapado de dialéctica materialista, demandando a la idea como una función de la materia organizada; el poeta coge el barro y con figura de prosopopeya le da pensamiento, le da sabiduría. Tal concepción materialista no solo se atreve a tener presencia de Dios en la poesía de Vallejo, sino ser el mismo Dios un barro pensativo. En la estrofa se aprecia a un Vallejo desenfrenado y retador que observa el mundo desgraciado, y no tan lejano para haber expresado "¡Ah! desgraciadamente", y siempre imperfecto y, nuevamente, desgraciado con mucha insensibilidad; tan lejano del masa donde la unión de todos los hombres tiene poder divino y hacen resucitar a los mismos muertos; lo paradójico de Vallejo. A veces con tanta esperanza y a veces tan apático.
Su imperfección es duradera y lo carga con mucha tristeza y angustia; tristeza al saber que no podrá superar la imperfección del hombre y del mundo, incluso la de Dios. "Me pesa haber tomado de tu pan", el pan de los demás, "dar pedacitos de pan fresco a todos"; el pan que nos ha quitado no nos los va a poder dar. Entonces cómo se va a sentir si es un vil ladrón e imperfecto.
Oh, Dios mío, recién a ti me llego,
hoy que amo tanto en esta tarde; hoy
que en la falsa balanza de unos senos,
mido y lloro una frágil Creación
E incluso en el poema “Dios” en que se dirige al "hacedor de todas las cosas" lo hace con mucho cariño y afecto, hasta se compadece de él, porque lo ve impotente, humanamente, inútil e incapaz. Vallejo, autor de un mundo en apariencia perfecto, pero, torpemente, deleznable.
A más de un siglo de su natalicio (Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo de 1892), considerado entre los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX. Fue, en opinión del crítico Thomas Merton, "el más grande poeta universal después de Dante", palabras que no añaden nada al enorme legado del poeta del "dolor humano"; quien revolucionó la forma y el fondo de sentir y escribir poesía.


Orlando Luján Corro
Educador y Poeta
aoluco_79@hotmail.com