De acuerdo al Art. 110 de la Constitución
Política del Perú prescribe que el Presidente de la República es el Jefe del
Estado y personifica a la nación. La
presencia de la Primera Dama, Nadine Heredia, en el gobierno ha ocasionado
sendas opiniones a favor y en contra. Naturalmente, desde un punto de vista
sociológico, es de vital importancia contar con el apoyo de la familia y
especialmente de la pareja, en los diferentes proyectos y planes, pues la
pareja es el punto de partida de una familia y como grupo humano es de gran
significación para la armonización y equilibrio de la vida familiar. No
obstante, políticamente, cual es el límite del involucramiento de Nadine en el
gobierno. Pareciera que no hay
límite para la primera dama, sus actuaciones gozan de imperio unilateral y ha subordinado
al mismo presidente a acatar las órdenes disciplinarias como un buen soldado.
Entonces quién personifica a la nación ¿Nadine, acaso?, sin lugar a duda que
nos encontramos ante un grave problema constitucional.
Es innegable
el carisma y juventud que irradia Nadine y que en un momento gozó simpatía
mayoritaria de la población llegando a más de 60% de aprobación, sin embargo,
después que se hiciera notoria su intervencionismo en el gobierno, dejando sin
autoridad al Presidente de la República, desinstitucionalizando la Presidencia
del Consejo de Ministros, ocasionando la renuncia del Primer Ministro
Villanueva. El punto más álgido de la crisis fue cuando los congresistas de la
oposición se negaron a darle su voto de confianza al nuevo jefe del Gabinete,
René Cornejo. La popularidad de la
Primera Dama a la par del Presidente ha sufrido una caída libre.
Las acciones
de la primera dama gozan de simpatía y respeto del Presidente Ollanta llegando a
tal punto que la opinión internacional ve al Perú, en estos momentos, con una
copresidencia y la verdad esto no fortalece y garantiza la democracia peruana,
porque Humala responde a la voluntad popular y al Congreso, pero Nadine no.
Estos últimos
días se baraja un divorcio presidencial para habilitar su candidatura a la
presidencia del 2016, se llega a niveles especulativos propios de la farándula.
El presagio es que el rumor y el morbo político estarán presentes durante el
mandato de Ollanta y que tendremos a
Nadine tan presidenta como si hubiera sido elegida y tan futura candidata como
cualquier ciudadano con el libre derecho de ejercer tal acto. Ojalá con tanto intervencionismo no le salga el tiro por la culata y resulte derrumbándose y derrumbando al soldado Ollanta.
Orlando Luján Corro
poeta y docente
aoluco_79@hotmail.com