miércoles, 10 de agosto de 2011

ENSEÑAR A DESAPRENDER

ENSEÑAR A DESAPRENDER
                Nuestras ideas protegen cuantiosos  errores bien estampados y  rebaten ante  la acometida de las ideas  adversas o de argumentos antagónicos;  sintiéndose invulnerables e insustituibles a cualquier  crítica que denuncie sus errores. El reto de la educación en el Perú y en Latinoamérica, es enseñar a desaprender. Cuántas ideas equivocadas manejamos y que caprichosamente no queremos reemplazarlas; conocimientos que fueron aprendidos  en la familia, en la escuela, en la calle o a través de los medios de comunicación. Al determinismo, que nos habla Morín, de los paradigmas y modelos explicativos se asocia el determinismo de las convicciones y creencias que, cuando reinan en una sociedad, imponen a todos y a cada uno la fuerza imperativa de lo sagrado, la fuerza normalizadora del dogma, la fuerza prohibitiva del tabú. El dominio conminatorio y prohibitivo de los paradigmas, ideales  mesiánicos,   doctrinas estrictas,  credos políticos y oficiales, dogmas reinantes, clases en aula, recitando la página 26 de un libro del MED, verdades establecidas determinan los patrones  cognitivos, ideas recibidas sin examen, opiniones  torpes e imbéciles no analizadas mucho menos discutidas, absurdos triunfantes, repudio de certezas en nombre de la  certeza  y hace imperar  bajo la bóveda celeste conformismos cognitivos e intelectuales. Estamos hablando de la huella matricial que inscribe a fondo el conformismo, una normalización que elimina lo que ha de discutirse: El imprinting, cuyo término propuso Konrad Lorentz para dar cuenta de la marca sin retorno que imponen las primeras experiencias del joven animal (como en el pajarillo que saliendo del huevo toma al primer ser viviente a su alcance como madre; es lo que ya nos había contado Andersen, a su manera, en la historia de” El Patito Feo”). El imprinting cultural marca a los humanos desde su nacimiento, primero con el sello de la cultura familiar, de la cultura escolar,  después con la universidad y luego en el desempeño profesional.
                Cuando atisbamos el devenir, vemos copiosos desasosiegos sobre lo que será el mundo de nuestras generaciones, entonces surge la idea: Si queremos que nuestro planeta pueda satisfacer las necesidades y solucionar los problemas de las personas que la habitan, no queda más que transformarse, por consiguiente debemos bregar para construir un futuro viable y sostenible donde los valores de la humanidad conjuguen en armonía con la naturaleza a escala global. En esta escala de transformación o evolución el papel preponderante y principal recae en la educación  y el desafió más difícil será el de modificar nuestros pensamientos de manera que enfrente la diversidad, velocidad e imprevisible de los cambios. Para ello debemos derribar viejas barreras, disciplinas carcomidas y  concebir la manera de unir lo que hasta ahora se encuentra bífido. Debemos reformular nuestras políticas y programas educativos. Al realizar estas reformas es necesario mantener la mirada fija hacia el largo plazo, hacia el mundo de las generaciones futuras frente a las cuales tenemos una enorme responsabilidad y no hacemos nada para que esto se cumpla, quedando en una simple demagogia barata y monótona. Debemos volver a pensar en la educación desde una nueva óptica iniciando por enseñar a desaprender y en aprender a desaprender; derribando  conocimientos forzosos  encasilladlos en doctrinas e ideologías reacias al cambio, esquivas a la polémica; las mimas que no nos permiten avanzar.
Orlando Luján Corro
Educador y Poeta
aoluco_79@hotmail.com