miércoles, 7 de diciembre de 2011

ARGUEDAS AGONIZA

ARGUEDAS  AGONIZA
                Arguedas retorna, agonizante a 76 años de “agua”, no solo como el aguerrido e indócil niño Ernesto que, en San Juan de Lucanas, se reveló contra el malvado hacendado Braulio; quien ante la ausencia de lluvias hace repartición injusta de las aguas canalizadas, pues suele otorgar agua a sus amigos y allegados, propietarios blancos o mestizos como él, mientras que las tierras de los comuneros indios se secan.  Algo hacía suponer que en este centenario de su natalicio y los bicentenarios latinoamericanos, tan lejanos para los zorros de arriba, rendir el mejor homenaje era no solamente  leer y debatir su obra; sino superar la mentalidad excluyente, intolerante,  racista y materialista, no obstante, sigue siendo un desafío sentirnos parte de una sola nación donde la diversidad, antes que separarnos, nos enriquezca cultural y socialmente. Donde los que conocen de la existencia de todas las sangres y  entienden que no es una simple utopía versen sobre un Arguedas vivo y  presente;  pero no en un discurso de homenaje como acto nostálgico de canas blancas: “yo lo conocí” y luego un pisco sour o en  una estatua o cuadrito de palacio; sino como un ser influyente de este siglo que ha retornado por aquella planta que no dejó morir y que regará con agua del puquio transportándolo en su boca, porque es sana, pura y no está contaminada.
                Arguedas se renueva, cada vez más, a medida  que su teoría se contrasta con la realidad. Dada las situaciones de perplejidad del estado; este centenario debe servir para reconocer en él su voz de rebeldía e indignación contra todo tipo de explotación; pues estamos excluidos por completo de toda participación posible y configuración en la gestión del mismo estado. Una gran paradoja. Los derechos están siendo sometidos a los intereses del hacendado Braulio y se reprime a los campesinos con regímenes de excepción, restringiendo  el ejercicio de los derechos ciudadanos.
                Los cajamarquinos no tienen derecho a decir ¡Conga no va!, porque el rácano y astuto hacendado Braulio ha dicho que sí o sí ¡Conga va!;  el Perú desinformado no entiende a dónde va Conga. Sin embargo, aquellos personajes de Arguedas que han culminado una  fase de su proceso de aprendizaje y después de una profunda toma de conciencia eligieron los valores de la liberación en vez de la “seguridad económica”, y escriben en sus pancartas sus propias frases, dicen en las calles palabras inherentes a su sentir. Entienden que gozar de una vida saludable es un derecho fundamental.
                El aire está contaminado; los ríos, enfermos; las plantas, mueren; las lagunas, misteriosamente, por las noches se evaporan; el campesino tratando de encontrar armonía con su medio es amordazado. Entonces Arguedas vuelve a padecer una gran perturbación y tortura que lo deprime. Es una lucha interna por el amor al Perú, todavía segmentado. Ahora parece una utopía unir esas dos mitades, más aún que los zorros de abajo, alienados, desconocen sus orígenes y se creen de otra raza, de otro mundo y vomitan disonancias displicentes  contra los de arriba. Es probable que Arguedas no se vuelva suicidar y siga sintiendo el hondo dolor de ver al Perú dividido, ajeno a todas las sangres, sin tomar consideración de nosotros diversos. Es probable que quiera vivir la  pasión a lado de los campesinos y agonizar a las orillas de Conga.


Por:
Orlando Luján Corro
Educador y Poeta
aoluco_79@hotmail.com